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martes, 17 de octubre de 2017

El destino de un seductor, de Christine Rimmer

PUEDE CONTENER SPOILERS

Libro 10 de la Serie "Bravo Family"

"Un día era una correcta ejecutiva y, al siguiente, Celia Tuttle se enamoraba locamente de su jefe, el magnate Aaron Bravo, un soltero empedernido. Ella sabía que jamás se casarían, pero ¿qué podía hacer?

Lo primero que debía hacer era jugar limpio, así que presentaría su dimisión y después cambiaría de aspecto y de vida para conseguir superar su estúpido enamoramiento. Sin embargo, Aaron no se resignaba a dejarla marchar, e incluso había empezado a mirarla de manera diferente, una manera muy seductora...¿Le ofrecería uno de sus famosos regalos de despedida o un amor de por vida?"

Los Bravo son una inmensa familia, que sólo tienen en común el apellido, es decir, en los argumentos de cada libro la autora dedica un par de líneas al Bravo que sale en la historia de otro Bravo y con eso, te pones al día al segundo. El destino de un seductor, arranca con Aaron, el hijo mayor de la oveja negra de los Bravo, el asesino Blake Bravo. Teniendo en cuenta que Blake, siembra el mal por donde va, secuestrando, matando y mil cosas más, el hecho de que abandonara a su mujer, Caitlin, y a sus tres hijos, casi habría que tomarlo como una fiesta.

En fin, manzanas podridas aparte, Aaron Bravo ha pasado en pocos años de ser el malote de un pequeño pueblo de Nevada, a copropietario de un casino de Las Vegas. Este ascenso social, no ha sido casual, sino, producto de años de esfuerzo y ganas de triunfar.

Celia Tuttle, al igual que Aaron, se ha criado en New Venice aunque su roce en la infancia, ha sido mínimo. Por azares del destino, Celia acaba siendo la imprescindible secretaria de Aaron. Durante los casi 3 años que dura ya su relación laboral, la comunicación con su jefe es excelente y gozan de una buena camaradería. Pero todo cambia un día de San Valentín, cuando Cupido decide echar un vistazo a la oficina del hotel - casino High Sierra y tropieza con Celia Tuttle. Y entre que mandes un correo a... y antes de la reunión quiero que... Celia empieza a abrir los ojos al amor. El mundo deja de girar y estallan millones de corazones en el aire que no llegan a caer al suelo.

Pasan los días y Celia consciente de que vive una pasión no correspondida, se deja llevar por la tristeza. Aaron es ajeno a todo pero nota el cambio en ella. Acostumbrado a ir de ligue en ligue, no echa cuentas a las miraditas de su asistente. Celia, tras pedir consejo a una de sus amigas, decide poner las cartas sobre la mesa y dice: Aaron, te quiero. La valentía de Celia choca contra la estupefacción de Aaron, pero como es un chico listo, decide darle un margen para que se le pase el capricho y continuar como hasta ahora (por eso, de que forman un equipo estupendo y quién te va a sustituir...).

Después de todo lo anterior, confieso que hubiera agradecido que pasara más tiempo antes de que Aaron cayera en las redes de Celia. Aun sabiendo que estoy leyendo un harlequin y que el tiempo, más vale no perderlo, me ha desconcertado lo rápido que el lobo pasa a ser un tierno corderito. A Celia le ha bastado cambiarse ligeramente el look y ya tiene a Aaron, dispuesto a comer de su mano. Y cuando digo comiendo de su mano, no lo digo por decir, el romance que se desata entre ellos es tórrido, tórrido. Celia le dice claramente a Aaron, que le quiere pero no va a ser el segundo plato de nadie, así que, si quieres distracciones deja primero a tu vedette. Algo que éste hace ipso facto, porque a estas alturas su mente ya no está llena de decisiones, sino, de lujuria.

La escena del flechazo es de las más románticas que he leído. Parece que puedes oír todos los pensamientos que acuden, en tropel, a la cabeza de Celia cuando se da cuenta de que se ha enamorado sin remedio de Aaron. Para mí, ha sido genial revivir ciertos sentimientos con esta novela. La forma en la que describe la señora Rimmer, las primeras fases del enamoramiento me ha causado hasta añoranza...

Resaltar también el cántico a la amistad existente entre Celia, Jillian y Jane. Amigas desde la guardería, se dan el tipo de consejos que solo las chicas nos damos. Y ya os adelanto, que cuando tomaba notas para hacer esta crítica me daba en la nariz que una de las amigas tendría algo que ver con un hermano Bravo y ahora que estoy leyendo, El hombre perfecto, no me equivocaba.

Tampoco puedo olvidarme del papel que desempeña en la novela, Caitlin, la insufrible madre de Aaron. No tengo decidido todavía si es buena mujer aunque muy despegada con sus hijos o una egocéntrica de tomo y lomo.

Bueno os dejo, que tengo que ir a comprar más libros de Christine Rimmer. Ahora que la he descubierto, ¡no la pienso dejar escapar!

Mi puntuación es 4,5/5.


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