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domingo, 19 de abril de 2009

Jane juega y gana de Rachel Gibson


Jane Ascott trabaja como periodista escribiendo una columna feminista en un periódico local. Además escribe para una revista una novela de tintes pornográficos protagonizada por “Bomboncito de miel”, una mujer devora-hombres que utiliza al sexo masculino a su antojo hasta agotarlos sexualmente y dejarlos en estado comatoso. Este personaje es algo así como su alter ego, ya que Jane es una chica que no destaca por su físico: es bajita, de cabello negro y ojos verdes. Por más que su mejor amiga, Caroline, trata de aconsejarla para que mejore su aspecto, Jane se niega alegando que no busca atraer a los hombres. Es consciente de que no puede aspirar a convertirse con una mujer despampanante, simplemente se acepta tal como es.

Una increíble propuesta de trabajo cambia su vida. El periodista deportivo del periódico para el que trabaja pasa por una enfermedad que obliga a los directivos de éste a buscar a alguien que lo sustituya durante la temporada de hockey. Jane es la elegida, pese a que no tiene ni la más remota idea de deporte ni de hockey. Su trabajo consiste en viajar con el equipo de los Chinooks para cubrir los partidos de la temporada.
Su primer pensamiento es negarse, pero tras meditar lo que económicamente le reportaría, acepta. Además que no es para desdeñar a la ligera la oportunidad de poder pasearse a sus anchas por un vestuario repleto de hombres desnudos y sudorosos (un aliciente añadido).

Rápidamente es evidente para ella que ni los jugadores de los Chinooks ni la misma directiva la quieren allí. No sólo es que no la reciben con los brazos abiertos, sino que tratan de hacer su labor lo más difícil posible, especialmente ese arrogante de Luc Martineau, el portero del equipo.

Con treinta y dos años, y tras superar una complicada lesión en las rodillas, así como una larga rehabilitación para superar su adicción a los tranquilizantes, Luc es consciente de que se juega mucho en esa temporada. No sólo llegar a la final de la Stanley Cup, sino su futuro deportivo. Tiene que probarse a sí mismo y a todos que aún sigue en activo y que no está acabado como muchos predijeron.
Ni siquiera esa entrometida periodista va a lograr desconcentrarlo. O eso cree.

Al principio le resulta divertido ver sus torpes intentos de hacerse un sitio entre los hombres. Es evidente que no tiene ni idea de hockey y aunque físicamente no es su “tipo”, poco a poco empieza a sentirse atraído por la joven, pese a su aspecto de solterona remilgada y sus inquisitivas y absurdas preguntas.

A su vez Jane es consciente de que su atracción hacia el atractivo cancerbero de los Chinooks no la va a llevar a ninguna parte. Ella es una chica sencilla y Luc atrae a las mujeres más espectaculares. Entonces… ¿por qué de pronto cree apreciar cierto interés de él hacia ella?

Jane juega y gana es una de mis novelas preferidas. Por un lado, gracias a los protagonistas de esta historia que pese a lo opuesto de sus caracteres y vidas, dan pie a una trama amena e interesante. Por otro porque está ambientado en el mundo del hockey creando un trasfondo apasionante cuya emoción no decae en ningún momento.

Jane es una chica con la que es muy fácil identificarse. Es consciente de sus limitaciones y de que el chico guapo nunca se fijará en ella, por eso se ve sorprendida cuando el mismísimo Luc Martineau comienza a mostrar interés en ella. Sus prejuicios hacia los jugadores y hacia el mismo Luc van desmoronándose según va tratando con él. Sobre todo al ver el modo torpe como trata a su hermana adolescente, algo que enternece el corazón de Jane. Eso, sin dejar de lado que Luc es un hombre muy atractivo que sabe seducirla pese a su brusquedad y mordaces palabras.

Luc está acostumbrado a relacionarse con las mujeres más explosivas. No busca una relación estable ni duradera. Su única prioridad es su carrera deportiva y luchar con su equipo por los playoffs de la Stanley Cup. Sin embargo, conocer a Jane cambia muchas de sus prioridades.

Esa joven bajita, introvertida, que siempre viste de negro, comienza a inquietarlo y amenaza con romper su concentración. De nada sirven sus intentos por ignorarla o hacerla la vida imposible. Poco a poco va colándose en su corazón y amenazando con descubrir al verdadero Luc, a ese parte de él que no muestra a nadie. Además la llegada a su vida de su hermana adolescente rompe muchos de sus esquemas y le obliga a replantearse su escala de valores. Podemos decir que su vida está en pleno proceso de cambio y entre sus problemas familiares y deportivos, lo que menos necesita es enamorarse. Y mucho menos de esa alocada de Jane Ascott. Algo que lucha por evitar.

Con diálogos ágiles e irónicos Rachel Gibson nos introduce en el mundo de las competiciones deportivas, concretamente del hockey, presentándonos a jugadores bruscos, rudos y musculosos a la vez que crea una divertida y emotiva historia romántica.

Creo que Jane es algo así como una cenicienta moderna. Es una joven en apariencia anodina que, poco a poco va despertando y mostrando nuevas facetas de su personalidad. Luc es guapo, impresionante, un hombre que podría tener a cualquier mujer que quisiera. Pese a que parecen totalmente incompatibles, rápidamente descubrimos que no es así.

Luc Martineau es uno de los protagonistas más carismáticos del género romántico, sin duda. No sólo por su atractivo, carácter y esa herradura tatuada en su bajo vientre, sino porque el protagonista deportivo no era muy habitual en el género probablemente hasta la publicación de esta novela.

Entre tiras y aflojas, malos entendidos y diálogos chispeantes somos testigos de cómo se forja la historia de amor de Luc y Jane. Una historia intensa y apasionada, con toques irónicos y mordaces que logran atrapar hasta a aquéllas a las que no les atrae el deporte, creo.
El componente deportivo está muy presente en toda la trama, ya que es mientras de juega los diferentes partidos y el equipo viaja que se toma cuerpo el romance de Jane y Luc.

Sin duda, esta novela es recomendable a todas las apasionadas del género contemporáneo y a las que no, ésta es un historia perfecta para adentrarse en él. Tiene alicientes más que suficientes: unos protagonistas entre los que saltan chispas, buenas escenas eróticas, sentimientos encontrados, risas más que garantizadas y … un protagonista cuya herradura tatuada da mucho de lo que hablar.


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